Llegué a alcanzar más de doscientos por hora a pocos kilómetros del lugar señalado, pero tras la adrenalina de ese momento fui reduciendo para entrar en el complejo a menos de treinta por hora y detenerme por fin en el parking que estaba vacío, solo tres o cuatro coches más.
Mi audi negro se camufló en la oscuridad y justo antes de bajar del coche unas gotas cayeron sobre el cristal...perfecto, ahora empezaba a llover.
Decidí esperarme, no quería mojarme ahora nada más llegar. Puse la música de equipo del coche a toda hostia y esperé unos minutos a ver si paraba...pero nada.
Bueno, tampoco tenía prisa la verdad...