Sentí una gran oleada de placer e hizo que todo el control se fuera a la mierda. La agarré de su trasero firmemente y me levanté quedándome sentado con ella encima.
Con otra embestida me coloqué de pie y estampé su espalda contra la pared, entre las dos ventanas, donde se podía ver y escuchar la tormenta de fuera.
Apoyada en la pared la penetré desde un mejor ángulo, dejandola caer metiendo mi erecto miembro por completo.
-Así mejor...-mordisqueé su cuello besandolo.